El Sistema es una gran maquinaria ideológica, política, económica, social, cultural y científica que regula la vida de los habitantes del Planeta.
Cada individuo, especialmente en los países industrializados o económicamente más estables, es un engranaje del Sistema; ocupa un lugar en él.
Todos los aspectos de su vida encajan en las metas, objetivos o propósitos del Sistema: un nivel de consumo, una aportación de trabajo, una forma de vida socialmente aceptable, un voto o una voz que se une a los eslóganes ideológicos, que defienden que el Sistema es el mejor modo de regular la vida de las personas.
Hasta aquí podría parecer un mecanismo perfecto, pero no siempre es así. De hecho hay fallas en el Sistema. Existen voces críticas o discordantes; existe la queja, el agobio o el malestar.
Para estos casos, hay formas de regulación que impiden que el Sistema caiga. La industria del ocio, que hace olvidar problemas; el deporte de masas, que permite expresar impotencias acumuladas; el pluripartidismo, que crea sensación de soberanía popular; el sistema financiero, que permite segundas oportunidades, cada vez más apretadas, a quien no consigue sostenerse; o ciertos grados de autonomía, mientras sigas siendo, al menos en parte, fiel al Sistema.
Pese a estos grandes modos de regulación, todavía hay personas que no cuadran; no consiguen el éxito prometido, el bienestar en forma de viviendas de propiedad o de relaciones familiares armoniosas. Y, peor aún, hay mucha, mucha gente enferma.
Entonces entran otros mecanismos en juego: el sistema médico que distribuye fármacos por doquier o la asistencia psicológica para quien no se ajusta a los moldes preestablecidos.
De todo este complejo conjunto de piezas que conforman el Sistema, posiblemente el más grandioso es el sistema ideológico, que simplemente convence una y otra vez a las personas de que hay un modo de vivir que es el bueno y de que "no vale la pena" resistirse a él.
Esta pieza posee un éxito de lo más notable; dado que llega a interiorizarse por el individuo hasta tal punto, que éste ya no distingue entre su sí mismo y su rol en el Sistema.
Sin embargo, como he dicho, hay personas que no encajan, que sufren, que quisieran cambiar para poder "funcionar" mejor. Hay incluso quienes buscan apoyo fuera de la política, el deporte, la salud pública, la cultura, la economía, el arte o la ciencia. Hay quienes intentan olvidar que son los "fracasados" del sistema y hay quienes se atreven a denunciarlo. Hay quienes empiezan a pensar que su felicidad no depende de su rol en el Sistema, sino en el reencuentro con su Existencia.
Éstos últimos, los que ya "no tienen ningún remedio", son los "errores del Sistema": el germen de una esperanza.