"Poderoso caballero es don dinero", ya lo dijo Quevedo en el siglo de las Luces.
Que la Espiritualidad o las Terapias Alternativas, a día hoy, estén animando fórmulas de enriquecimiento o éxito capitalista, no deja de sorprenderme.
Siempre ha habido pobres y ricos, muchos pobres y pocos ricos.
Dado que estamos en el epicentro del sistema capitalista, con cierto apoyo socialdemócrata del Estado de Bienestar, quizás no vemos que los ricos siguen siendo pocos y los pobres muchos, al menos desde una visión planetaria.
¿Y la solución cuál es? ¿Entramos todos por el aro de la aguja, cual camello en el reino de los cielos? ¿O empezamos a ejercer soluciones de autoabastecimiento y economía solidaria?
A mi me parece que la Historia y la Naturaleza sólo tienen una enseñanza a este respecto: Se trata de redistribuir la riqueza. Todos ricos lujuriosos acabaríamos con el Planeta, si es que realmente fuera posible.
Pero ahí siguen las consignas tipo: "el dinero es una energía", "forma parte de la abundancia", "si otros lo consiguen por qué tú no" o "si te aceptas, amas y mereces, el dinero te llegará".
Hay algo cierto en todo esto: para comer, en este mundo de opulencia, normalmente llega el dinero, a pesar de los pesares. Pero la esclavitud del trabajo, propia del sistema capitalista, está también ahí.
¿Y si estas corrientes espiritualista y terapéutica forman parte de un sistema que no quiere que mires otras posibilidades? ¿Y si han entrado en la estrategia del adormecimiento colectivo, para que sigas engrosando la lista de los que sueñan con el éxito mientras trabajan de 8 a 6?
No olvides que la profesión de ayudar a conseguir dinero, está bastante bien pagada.
Pese a todo, yo no digo nada más que lo siguiente: lo lógico es buscar fórmulas para vivir lo más autónomamente posible. Y es lógico porque, por ahora, los ricos muy ricos tienen los medios para que los pobres muy pobres sigan siendo pobres.
Ahora bien, si tú quieres ser uno de los ricos o, al menos acomodados, nada puedo decirte, sigue intentándolo. Pero no dejes de tener conciencia de que todos no pueden ser millonarios. Los millonarios existen porque existen los pobres. Es una ley dual: si existe un extremo, existe el otro.