INDIFERENCIA, LÍMITES Y RECHAZO

Conviene que distingas entre <<mostrar indiferencia>>, <<poner límites>> y <<manifestar rechazo>> a la hora de relacionarte con otros; tanto desde ti hacia ellos, como a la inversa.  Las tres situaciones proceden de lugares distintos y, por tanto, deben ser leídas de forma diversa.

Indiferencia, límites y rechazo

Una cosa es la indiferencia, otra el límite y otra muy distinta el rechazo. Aquí se establecen sus diferencias esenciales y las diferentes opciones que puedes manejar en tus relaciones amorosas y/o personales.

Indiferencia

La indiferencia es cuando a alguien le da igual todo lo que se refiere a ti.

Le hablas, le dices, le cuentas qué te pasa y todo le da igual, verdaderamente igual. Si está contigo es porque saca algo a su favor, no porque te quiera. Esta es la clave. Entonces mira si algo le aprovecha y en ese caso retíralo.


 

Alguien que no te quiere terminará marchando cuando no obtenga ninguna ganancia. También puede ocurrir que se relacione contigo exclusivamente desde el compromiso o la deuda. No obtiene nada a día de hoy, pero se obliga a estar contigo por beneficios pasados. Plantéale entonces esa posibilidad y trata de dialogar y zanjar la cuestión en vías de una separación razonable.


 

Sostener una relación de indiferencia es tu elección. Puede que tú también obtengas algo con ella y puedas relacionarte desde los intereses comunes. Depende de ti si prefieres esto o una relación más plena.

Límite

El límite es cuando alguien te dice no a las claras y te explica por qué. Por ejemplo, "a mi no me gusta que te acerques tanto porque tengo mi propio espacio vital" o "a mi no me gusta que me grites cuando quieres resolver algo" o "sólo quiero que seamos amigos porque creo en el poliamor". En este caso tendrás que ver si aceptas el límite o prefieres dejar la relación, ya que tratar de traspasarlo no te lleva más que a conflictos permanentes. 


 

Esta opción es difícil cuando quieres relacionarte con una persona estrechamente, porque tienes que aceptar que no quiere traspasar algunos límites a los que tú sí estarías dispuesto con ella. Valora todos sus límites, mira los tuyos y decide si te merece la alegría relacionarte y hasta dónde. Quizás sea el momento de poner tú los tuyos sobre la mesa o reformular la relación en otros términos.

Rechazo

El rechazo es el límite sin explicación, con explicaciones poco claras o que provienen del enfado o la incapacidad. Aquí, si la relación es estrecha, intenta llegar a una explicación que puedas entender, a un diálogo que pueda aclarar. 


 

Asumir un rechazo sin explicación es duro, mucho más duro que un límite razonable. Las personas creen a veces que rechazar es lo mismo que poner límites y no es igual. Lo primero nace de una autenticidad y, a más auténtico es, más la otra persona puede entenderlo y respetarlo. El rechazo viene más desde la entraña y, en ocasiones, desde la herida. Es más visceral. 


 

Lo que puedes hacer entonces, si no es posible el diálogo, es asumir que la otra persona o está muy enfadada o no puede aclarar sus propias ideas. En ambos casos, en algún momento tendrás que tirar la toalla y esperar a que se desenfade o se aclare. Si es poco o de vez en cuando, tal vez te merezca la alegría. Si es constante o mayoritario, lo mejor es que la dejes y busques a personas que establezcan bien y a las claras sus límites o que no los tengan (o no tengan tantos) contigo. ¿Para qué quieres a alguien que no te quiere como eres?