Soledad González Silgo

Soledad González Silgo

LA MORAL DE LOS ESCLAVOS

El concepto moral de <<bondad>> no ha existido siempre. Su origen se remonta al siglo V a.n.e., con el nacimiento de la Democracia. Durante la Aristocracia, <<bueno>> significaba únicamente <<lo que cumple bien su función>>. ¿Qué implicaciones tuvo en la Historia este cambio?

Friedrich Nietzsche

Friedrich Nietzsche

    Había una vez un filósofo, que se llamaba Friedrich Nietzche, que al mismo tiempo era filólogo, es decir, especialista en el lenguaje. Este filósofo, después de analizar el origen de la palabra "bueno" y su trayectoria en la Filosofía Griega, se dio cuenta de que, en un momento de la Historia, le habían cambiado el significado.

Concepto original de "bueno"

    Originalmente, tal como aparece en los textos atribuidos a Sócrates, la palabra "bueno" significaba lo que cumplía bien su función. Así, un "buen caballo" o un "caballo bueno" era aquel, y aún hoy lo es, que poseía velocidad y elegancia (al menos para los caballos de carreras).

 

    Sócrates se preguntó entonces: ¿Qué es un "ser humano bueno"? Y respondió: "Aquel que cumple bien su función". Y, "¿cuál es la función de un ser humano?". Justo aquí viene la cuestión... pues dependerá de las capacidades del ser humano...

 

    Un buen deportista es aquel que ejecuta sus destrezas de la mejor forma posible, y lo mismo un buen filósofo, un buen artesano o un buen agricultor. Un buen hombre o una buena mujer, que es lo mismo que decir un "hombre bueno" o una "mujer buena", del mismo modo, son aquellos que ejecutan sus destrezas de la mejor forma posible... las suyas propias.

Bueno es lo que cumple bien su función

    Desde el momento en que se pretende dar al ser humano una característica general, que pueda ser atribuible a todos y todas, la cosa se complica. Por ejemplo, se ha llegado muchas veces a la conclusión de que el ser humano se diferencia del resto de seres por su capacidad de razonar. El "buen hombre" o la "buena mujer" serían entonces aquellos que razonan bien. Y, en este caso, serían los filósofos los mejores seres humanos. Lo cual, por cierto, parece que pensaba Platón, discípulo de Sócrates, y muchos otros filósofos. 


    En efecto, en el momento en que queremos generalizar, unos salen perdiendo y otros salen ganando.


    Pongo otro ejemplo para que se vea aún más claro: los perros. Podríamos decir que un "buen perro" o un "perro bueno" es el que pastorea bien a las ovejas, pero esto sólo es atribuible a las razas de pastores; o el que juega bien con la pelota, o el que acompaña más fielmente. Y siempre unos saldrían ganando y otros perdiendo porque es claro que los perros, igual que los caballos o que los árboles, tienen unas diferentes características por especie. Pero si además, dentro de cada especie, hacemos división por características de edad, de sexo, de subespecie, etc, que también las hay, al final llegamos a que cada individuo es único.


    Lo mismo ocurre con los seres humanos.

Bueno es lo que cumple bien su función

De la Grecia Clásica a la Polis

    Pues bien, Friedrich Nietzsche se dio cuenta de que la definición específica de "bueno" (lo que cumple bien su función) correspondía a una época, la de la Grecia Clásica, y que con los acontecimientos que vinieron después, con la instauración de la Democracia, esta definición había cambiado... hasta su época en el siglo XIX y, podría decir yo, hasta el siglo XXI.

 

    La Grecia Clásica era un sistema aristocrático en el que, etimológicamente hablando, "los mejores gobernaban" y, en la práctica, la familia más noble, adinerada, culta y poderosa. Mientras que en la Grecia Democrática, la famosa Grecia de las Polis o ciudades-estado, etimológicamente "gobernaba el pueblo" y, en la práctica, un gobernante elegido por un consejo de ciudadanos provenientes de todas las familias con cierto estatus de nobleza, dinero, cultura y poder.

 

    Sócrates vivió el cambio de un sistema a otro y la Grecia "Democrática" lo mandó a ejecutar. 

Con el cambio de la Aristocracia a la Democracia también cambió el concepto de "bueno"

    Comenzaron a gobernar los que eran buenos gobernando, no los que tenían derechos de nacimiento. Este fue el caso de Pericles, el fundador de la polis griega. Hasta ahí bien. 


    Pero, poco a poco, dentro del consejo de ciudadanos que decidían quien era el mejor para gobernar, las cosas se trastocaron, y comenzó a importar más la retórica (arte de la seducción mediante el discurso) que la política. Es decir, comenzaron gobernando los buenos gobernantes y continuaron los que se hacían pasar como buenos gobernantes, pero que en realidad eran buenos retóricos.


    Para cuando esto ocurrió la democracia estaba ya asentada y los ciudadanos engañados por los retóricos les votaban a ellos, creyendo que eran buenos. Y, sí, eran buenos, pero en el arte de la retórica y no en el de gobernar. 


    Estos mataron a Sócrates porque Sócrates, que era bueno en el arte de argumentar, se dio cuenta y arremetió contra ellos... argumentando.

Sócrates bebiendo cicuta

Sócrates condenado a beber cicuta

El nuevo concepto de "bueno"

    Dada la confusión política en la que se hallaba la Polis, Platón encontró una solución: Llamó "sofistas" a estos retóricos que maniobraban a su antojo dentro de la Ágora, desde una mala intención ("sofisma" significa una mentira disfrazada de verdad) y definió la palabra "bondad", en sentido contrario, como aquel que es virtuoso en poseer buena intención.


    La Bondad se convirtió en algo que no definía ya una capacidad, virtud o excelencia concreta. "Bueno en cocinar", "bueno en sonreír", "bueno en trabajar" siguieron existiendo; pero ahora había sido creado un nuevo concepto: simplemente "bueno".


    La solución de Platón no fue del todo adecuada. Quizás sólo debió insistir, como su maestro, en que "cada oveja con su pareja"; es decir, que los "buenos retóricos" se fueran del gobierno y que abrieran, por ejemplo, un teatro o una tribuna de "movimiento social" y que dejaran a los filósofos (los que más saben sobre todo en general) gobernar. Pero, dada la dificultad de enfrentarse al nuevo poder, quizás era más  conveniente, simplemente, acusarlos de "malos". 

 

    Y aquí entra en juego la "moral de los esclavos".

Culpa disfrazada de bondad

    La moral de los esclavos es la culpa disfrazada de "bondad". Eso es lo que dijo, en resumidas cuentas, el filósofo Nietzsche en el siglo XIX.

 

    ¿Que como enlaza esto con Socrátes, Platón y los Sofistas?


    Primero he de decir que los Sofistas, esos retóricos de los que se quejaba Platón porque por su causa había muerto su maestro, también dijeron cosas muy interesantes. Ponían en la práctica la capacidad del ser humano de realizar su propio interés y usaban el poder de la palabra para ejercerlo. Evidentemente, también los aristócratas y nobles de la Grecia Clásica sabían lo primero: funcionaban tipo "que gane el mejor", sólo que al final el derecho de herencia corrompió lo que había sido bueno (en el sentido de excelencia en la lucha, en hacer dinero, tener esclavos y esas cosas)., Pero, ahora, con la palabra y, sobretodo, con la palabra escrita, los sofistas podían, además, convencer sin necesidad de imponerse por la fuerza. Un maravilloso avance en la Historia de la Humanidad: seguían gobernando los más ricos, pero sin necesidad de un gobierno dictatorial.

Filósofos y sofistas

    Ahora bien, además de porque sabían retórica, los Sofistas contaban con otro aliado para convencer: la culpa que sentían aquellos a quienes convencían.

 

    ¿Culpa? 


    A ver, si eres menos que los nobles, menos rico, menos poderoso, menos culto, menos refinado; tienes dos opciones, vives tu vida conforme a otros muchos valores posibles que tienen más que ver contigo; o te sientes en falta, desdichado, culpable de no ser tan bueno como ellos en lo que ellos son buenos. Si a esto le sumas que a los dioses les gustan los manjares, los grandes templos y las sacerdotisas, ya puedes sentirte como una cucaracha, pues ni siquiera los dioses te apoyan.


    Dicho de otro modo, cuando no quedaba más remedio que ser del pueblo llano uno se resignaba o se rebelaba. Pero, cuando parece que puedes acceder a la clase de los poderosos y, aún así, no puedes, te sientes culpable de no ser lo suficientemente bueno. ¿Bueno en qué? En lo que tienen los poderosos y tú no.

Es muy distinto ser "bueno en algo" de ser "bondadoso" 

    Aquí es donde entra a colación ese concepto de Bondad que, en el fondo, no alude a ninguna capacidad. No soy bueno en lo que quiero pero soy muy bueno... en intención. Más rudamente, me siento poquita cosa pero soy la mar de bondadoso. De este modo, la culpa, el pecado, la frustración que sientes los expías a través de actos moralmente buenos que, en el fondo, te obligas a ti mismo/a a hacer.


    Más  retóricamente... Eres "bueno" para disfrazar tu propia frustración, tu propia culpa. No te amas, no te amas como eres. Quieres ser otra cosa distinta a aquello para lo que vales. Ni siquiera sabes lo que vales, pero te resignas, te haces el bueno/a para que los que son buenos en otras cosas te quieran y, como colofón, echas la culpa de tus desgracias a los que sí pueden ser ellos mismos y muestran su propia valía. O sea, que la autoculpa que llevas disfrazada la reviertes en otros a quienes llamas culpables.


    A Nietzsche ni se le ocurrió decir que quizás todo empezó por culpa de alguien, bueno sí, de la moral, de la religión y de la filosofía. Pero no atribuyó la culpa a los poderosos porque de hecho la culpa no es suya, la culpa es de quien se siente culpable. Y repito, culpable es sentirse en falta, "menos que", desdichado y ahí es cuando los "buenos", los "esclavos", las "ovejas" llaman, a quienes no lo son, "malos".

Epílogo

    A Nietzche muchos lo tacharon de apoyar al nazismo porque defendía la "moral de los señores", aquellos que se permiten la libertad suficiente para ser ellos mismos. No entendían sus críticos que, en el fondo, estaba apostando por algo completamente revolucionario: la idea de que todo hombre, toda mujer, son valiosos por sí mismos y que esa valía sólo puede florecer en un mundo en el que la moral del rebaño no exista, en el que nadie se sienta culpable, en el que bondad moral no sea excusa para no autorrealizarse.