SENTIR ES PRESENTE

Está de moda en círculos espirituales, utilizar la palabra <<sentir>> para hablar de decisiones de la vida cotidiana, tratando de evitar la palabra <<pensar>>. Pero <<pensar>> y <<sentir>> poseen un significado perfecto, cada uno en su contexto.

Sentir es presente

El sentir es siempre del momento presente. Hay personas que, en confusión total, llaman "sentir" al pensamiento. Te pongo unos ejemplos: siento que no me conviene abrirme más a una relación de pareja, siento que la alimentación vegana es la que voy a seguir el resto de mi vida, siento que el sexo sin amor es malo o siento que es mejor charlar los problemas con suavidad o no charlarlarlos antes que iniciar una discusión. En todos estos ejemplos la palabra "sentir" está mal usada y debe sustituirse, sin complejos, por la palabra "pensar".

Pensar

El pensamiento no es malo. Está ahí. Existe y tiene unas funciones específicas. Una mente que sabe pensar es una maravilla. Pero "cada oveja con su pareja"...

 

 

El pensamiento sirve para hacer generalizaciones sobre las cosas. Y, en muchos casos, estas generalizaciones tienen grandes aplicaciones prácticas que sirven para situarnos en el mundo. Toda afirmación sobre lo que es bueno o es malo, toda decisión sobre lo que quieres o no quieres hacer a largo plazo, parte del pensamiento. 

 

 

No es que el pensamiento sea malo, es sólo que te saca del presente. Si vives bajo la óptica del pensamiento, vives más estático, menos abierto a las posibilidades que la vida te ofrece en cada momento. Todos los "para siempre" o los "para nunca", todas las decisiones se basan en el pensamiento

 

 

En los ejemplos que puse al inicio, todos remiten a tomar una opción en general para tu vida. Y eso no es la función del sentir. No se puede sentir algo que no está ocurriendo. Se puede pensar, se puede imaginar, pero no se puede sentir.

Sentir

El sentir es diferente. No puedes hacer generalizaciones desde el sentir, porque el sentir sólo vive en presente. 

 

 

No puedes sentir el amor por una persona que está lejos. Lo puedes pensar y desde el pensamiento traerlo al corazón. Pero ese no es el sentir verdadero. Cuando estás con una persona, a ratos sientes amor por ella y a ratos estás en otra cosa: charlando, riendo, pensando... No estás sintiendo amor todo el tiempo.

 

 

Pueden no gustarte las lentejas o los garbanzos, o la carne de vacuno. Puede que no te hayan gustado cada vez que las hayas probado. Pero, un buen día, se te ocurre volver a probar y resulta que te gustan, bien porque el cocinero sea excelente, bien porque tu gusto cambió. 

 

 

Puede que siempre que veas a una persona, sientas amor por ella, puede que al recordarla traigas de nuevo ese sentimiento que permanece en la memoria. Pero, un buen día, puede que haga algo que te resulte desagradable, puede incluso que la sientas ajena o que te dé sensación de rechazo. 

 

 

Entonces, te gustan o no te gustan las lentejas en general pero eso puede cambiar. Te gusta o no te gusta una persona en general pero eso también puede cambiar.

 

 

El gusto es del presente. Es parte del sentir. Lo que sientes agradable o desagradable es del momento. Lo que amas u odias es del momento. Y luego haces generalizaciones en base a ello para tratar de vivir conforme a un gusto que ya no está.

Vivir desde el sentir

Por tanto;

 

- Si quieres de verdad expresarte desde el sentir, tienes que asegurarte que sólo remite al presente. Todo lo demás es pensamiento. 

 

- Si quieres de verdad vivir desde el sentir, tienes que soltar esas generalizaciones y probar cada vez, para saber qué sientes ahora.

 

- Si quieres de verdad vivir en presente, tienes que desechar cada vez tus experiencias del pasado, todo tu conocimiento sobre las cosas y atreverte a vivir como si no hubieras vivido antes nada. 

 

- Si quieres hablar con propiedad sobre "sentir", tienes que hablar sintiendo en el momento aquello de lo que hablas. Y si es una generalización, entonces llámalo pensamiento. 

  

- Si quieres vivir sintiendo, tienes que atreverte a no tener una opción previa sobre las cosas, a no agarrarte a ninguna decisión, a estar abierto a ver qué es lo que sientes la próxima vez.

 

En el verdadero "sentir" está la base de toda la espiritualidad, si entiendes que la espiritualidad es vivir en presente.