MINDFULNESS

Visión filosófica sobre la terapia de la no-mente

   Son muchos los filósofos que han afirmado que, para conocer algo de verdad, hay que vaciarse primero de cualquier idea que se tenga sobre ese algo.


   El primero que insistió en esto fue Sócrates en el siglo V a.C., mediante su famosa afirmación "sólo sé que no sé nada", sostuvo que la única manera de no engañarse sobre las cosas y adquirir el auténtico conocimiento, era partir de la asunción del desconocimiento. Si una persona da algo por sentado, no se para a mirarlo en detalle.

"sólo sé que no sé nada" es un modo de resetear el conocimiento

   En el siglo XVII, René Descartes también se dedicó a buscar una forma de conocimiento cierto. Para ello no podía existir ningún prejuicio o creencia previa al acto de “investigar” o ponerse a conocer. Se trataba de estudiar cualquier cuestión como por primera vez, sin ningún concepto anterior, y llamó a esta fórmula "duda metódica".

Mindfulness

   A comienzos del siglo XX, Edmund Husserl continuó la labor, tomando de la filosofía griega antigua el término “epojé”, que significa "suspender", y definió el primer paso de su propio método de investigación como "suspensión del juicio”.


   El siguiente paso del método de Husserl fue un poco más lejos. Acuñó la palabra "fenomenología" para definir la forma de permitir que la realidad se manifieste tal cual es o, en sus propias palabras, para "ir a las cosas mismas". Si la actividad mental desaparece, lo que aparece es la realidad tal cual es.

despojarse de prejuicios es la única vía de encuentro con la realidad

   En la vida cotidiana, la importancia de este método filosófico estriba en que permite el acercamiento a uno mismo, a los otros y a la realidad desde una actitud no condicionada por la mente.

 

   La práctica de lo que se denomina Mindfulness o atención plena, es idéntica al método de Husserl. Para ello se requiere vaciar la mente y estar atento exclusivamente a lo que se da en el presente, "aquí y ahora", tal y como sucede en cada instante. Se trata de tomar la actitud de un niño frente a las cosas, de mirarlas con ojos nuevos, como si de la primera vez se tratara, y de centrarse en el sentir más que en el pensar.


   Desde la práctica de la epojé, la fenomenología o el mindfulness la mente descansa y deja de dominar todas las acciones, sirviendo sólo como la herramienta que realmente es.