El pensamiento crítico tiene comienzo con Immanuel Kant, en el siglo XVIII, quien lo definió como "el juicio que la razón humana se hace a sí misma".
Según este filósofo, desde siglos atrás, la razón había sido considerada como la principal fuente de conocimiento. Sin embargo, en muchos ámbitos, el ser humano estaba muy lejos de poseer un conocimiento cierto. Lo que se propuso, entonces, fue revisar si realmente la razón puede conocerlo todo.
Lo que terminó de demostrar Kant fue que cuestiones como el libre albedrío, el destino, la existencia de Dios o del alma, e incluso la idea de que cada cosa posee individualidad esencial, son claramente falibles; es decir, no dependen de la razón, sino de aspiraciones de trascendentalidad del ser humano. Esto sirvió para deslindar los temas que pueden ser conocidos de aquellos que no.
Sin embargo, en el siglo XIX y, principalmente en las últimas décadas del XX, el pensamiento crítico tuvo un desarrollo inusual: se extendió a todos los ámbitos del conocimiento.
Desde diversas corrientes filosóficas, como la Escuela de Frankfurt y el Pensamiento Postmoderno, avaladas por los presupuestos téoricos de la Física cuántica, se llegó a una conclusión fundamental: la realidad que el ser humano conoce no puede ser calificada como objetiva (independiente del sujeto que la observa); sino que, más bien, es intersubjetiva (creada por confluencia de percepciones comunes según los diferentes contextos históricos).
El conocimiento práctico, tal como la política, la ética o la educación; responde con claridad, más a intereses concretos que a juicios últimos la razón. Pero, incluso, cuando se analizan los fundamentos del conocimiento científico, siempre se llega a un punto más allá del cual no existe evidencia.
Aplicado al Coaching filosófico, el pensamiento crítico es la base de la desestructuración de cualquier sistema de pensamiento que se tenga como verdadero, tanto a nivel consciente como inconsciente. Esto permite abrir espacio a razonamientos propios sobre las cosas y, de ahí, a una elección verdaderamente libre del modo de vivir.