El pulso tibetano se basa en el manejo de las cuatro formas de electricidad presente en el ser humano:
energía eletromagnética - presente en el chakra corazón
Dentro de cada una de estas formas de energía principales, el pulso tibetano establece 6 vibraciones diferentes; con lo que al final trabaja con un sistema de 24 vibraciones; las cuales están asociada con diferentes formas de acción, emoción y pensamiento.
Se trata de una terapia en la que la intervención vibracional y física están unidas, por lo que puede tratar cualquier tipo de dolencia -enfermedad física, problema psicológico o emocional-.
Las 24 formas de vibración se localizan en puntos concretos del sistema óseo, en las diferentes vértebras de la columna, en el rostro, en el iris y en el interior de la boca.
El modo de manipulación de esta terapia es único. Se trata de colocar la yema de uno o dos dedos de ambas manos, en diferentes puntos del sistema óseo y, al mismo tiempo, sentir el pulso del corazón. El objetivo es equilibrar la energía contenida en el organismo.
El pulso tibetano también contiene otra técnica original, llamada “pumping”, que consiste en una serie de movimientos (ascensión y descenso, o movimientos circulares) para cargar de electricidad aquellas que se desea tratar, estimulando su torrente energético.
La gran capacidad curativa de esta terapia proviene de la combinación de dos aspectos: