El cuerpo conserva memorias de experiencias vividas, aprendizajes y acontecimientos traumáticos a nivel inconsciente.
De todos los sistemas del organismo físico, el sistema óseo es el más denso y profundo. Cuando no se aprecian bloqueos en el resto del cuerpo, todavía en los huesos pueden hallarse memorias más antiguas, inclusive procedentes del sistema familiar o ancestral.
La estructura de los huesos es compleja. Incluye material cálcico y minerales, riego sanguíneo y terminaciones nerviosas. En la médula ósea se producen los componentes básicos de la sangre y del sistema inmunológico.
Por tanto, cuando los huesos contienen memorias heredadas o de experiencias vividas en el pasado más remoto; éstas puede afectar, no sólo al sostenimiento y movilidad general del cuerpo, sino también a su desarrollo y defensa.
Bloqueos instalados en el sistema óseo, por otra parte, son difíciles de descifrar desde la mente consciente; por lo que, muchas veces, para resolver conflictos inaccesibles desde otras terapias, es necesario acudir a la limpieza o desbloqueo de huesos.
Todas las terapias energéticas o vibracionales inciden de una forma u otra en la liberación de densidades corporales y, por tanto, también óseas. Pero hay dos que son, sin duda, las reinas de este tipo de manipulación, pues se aplican directamente en hueso.
El "raspado" de huesos es una técnica muy antigua, presente en muy pocas tradiciones de medicina ancestral. Consiste en liberar estas densidades o bloqueos a través de la manipulación manual, principalmente con los nudillos, como si de un drenaje óseo se tratara.
El pulso tibetano, otra técnica más moderna pero de raíces también ancestrales, realiza un movimiento vibracional tan profundo, que puede disolver las memorias ancestrales retenidas en los huesos y permitir que su flujo natural interno se restablezca.
Ambas terapias ayudan, tanto al restablecimiento en caso de enfermedades óseas, como a disolver conflictos inconscientes de origen remoto.